Teniendo en cuenta que la población en general estamos expuestos a radiaciones ionizantes, tanto de origen natural como artificial, sin nosotros realmente saberlo, el interés por el radón y sus efectos en la salud de los trabajadores y de las personas en general, está más que justificado. El gas radón es un gas noble, incoloro, inodoro e insípido con una alta densidad, que es soluble en agua y en otros líquidos.
La identificación de las fuentes naturales de radiación que puedan afectar entornos laborales donde hay interactuación humana, son responsabilidad entera de las administraciones públicas, autonómicas y estatales. Así queda reflejado en la Directiva 96/29/Euratom de 13 de mayo de 1996 de la Comisión Europea. Se pretende evitar la exposición de los trabajadores y de cualquier otra persona a elementos nocivos como el gas radón, el gas torón o a la radiación gamma, en sus lugares de trabajo.
Queremos en Taprega divulgar a través de este contenido la repercusión y efectos contraproducentes contra la salud de los trabajadores de la inhalación del radón.
Explicación del gas radón
El radón, al igual que el gas torón, es un gas radiactivo que surge de la propia desintegración del uranio. Su origen es, por tanto, natural, ya que podemos interactuar con él directamente al estar en nuestra atmósfera. Pero sólo si nos encontramos en entornos interiores como edificios, ya que en el exterior se dispersa en el aire y no nos terminaría de afectar.
Atendiendo a estudios realizados en España, en nuestro país la dosis media procedente del radón es de 1,2 mSv al año, pudiendo alcanzar máximos de hasta 40 mSv. Todo depende de la zona en la que nos encontremos y de sus características (materiales de construcción, ventilación, etc.).
La incidencia del Uranio-238
Sabemos que el uranio-238 es un elemento presente en pequeñas cantidades en diferentes tipos de rocas, suelos y materiales. De estos materiales, el gas radón se desplaza hacia la atmósfera y, una vez en ésta, se dispersa y se desintegra en sus descendientes, que también son radiactivos). Éstos se adhieren a las partículas que están siempre presentes en el aire (aerosol atmosférico), y de ahí que pueda ser un peligro para la salud de las personas.
Efectos del radón en la salud
El gas radón es altamente tóxico porque es radiactivo, eso ya nos ha quedado claro. De hecho, es considerado cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuyo principal efecto adverso es el riesgo de cáncer de pulmón.
Al ser emisor de partículas (He++), generan ionizaciones que afectan a las células a través de una acción directa o indirecta. La directa significa la absorción de la energía de la radiación por la célula directamente a nivel de unas estructuras clave o blanco. Por su parte, la indirecta es la absorción de la energía de la radiación por las moléculas de agua, elemento del que están constituidos mayoritariamente la célula y los seres vivos en general.
¿Radiaciones ionizantes?
Efectivamente, las ionizaciones que genera el radón afecta a los organismos vivos con lo que se denomina un carácter probabilístico y no selectivo. Es decir, que la interacción puede o no producirse y que la transferencia de la energía de la radiación no tiene predilección por ningún componente de la célula, sino que puede actuar en cualquiera de ellos.
Hay una característica en la naturaleza de los efectos en la salud de las personas y los trabajadores que producen las radiaciones ionizantes, y es que, además de ser absorbidas muy rápidamente por las células, las lesiones que causa no son exclusivas suyas. Lo que venimos a decir es que esas afectaciones no se pueden distinguir de las causadas por otros agentes físicos o químicos.
Periodo de latencia
Es el tiempo que puede pasar hasta que las alteraciones en el funcionamiento de las células son patentes. Pueden tardar años en hacerse visibles.
El gas radón en entornos interiores
Dado que entre el 75% y el 90% de las personas pasamos nuestro día a día en entornos interiores, cerrados, es entendible el creciente interés científico por analizar los posibles contaminantes interiores, y establecer medidas preventivas ante ellos, con estudios personalizados.
Sabemos a día de hoy que la radiación total a la que el ser humano está expuesto representa una dosis equivalente de un miliSievert (mSv) al año, que se corresponde con lo que suele definirse como “fondo radiactivo”. Hay que añadir a esta proporción de radiación que podemos recibir de ámbito natural, la ámbito artificial. Hablamos principalmente de la aplicación de radiaciones y materiales radiactivos en medicina (ej. rayos X) o en otros campos como la industria o la agricultura.
Fuentes de gas radón en un edificio
Las principales fuentes de radón en una construcción típica en nuestros ecosistemas urbanos como es un edificio, son el suelo y los materiales empleados en su construcción. También puede entrar con el aire de renovación, con el agua de suministro y el gas de uso doméstico (excepto en algunos casos concretos, se consideran fuentes menores).
Al tratarse de un gas, su concentración en un ambiente interior depende también de determinadas prácticas y hábitos que favorezcan su acumulación, especialmente la falta de ventilación, acompañada de hermeticidad en la construcción, generadas por políticas de ahorro energético.
Suelo
Nos referimos al terreno donde está asentado el edificio. La concentración de radio en el suelo se halla generalmente entre 10 y 50 Bq/kg, aunque puede alcanzar valores muy superiores.
Si hablamos del interior del edificio, la cantidad de gas radón que penetra varía en función de la concentración de radio-226 en el subsuelo y de la permeabilidad de éste.
Materiales de construcción
Segunda fuente de emisión de radón en estos contextos de construcción a los que nos estamos refiriendo. Para medir la proporción de gas radón proveniente de los materiales, deberemos evaluar la concentración de radio en los propios materiales, y también tener en cuenta elementos como la fracción de radón producido que es liberado del material, la porosidad del material y la preparación de la superficie y el acabado de las paredes.
Puede ser alta la concentración de radón (hasta 50 Bq/kg) en materiales como ladrillos, hormigón, yeso, tobas volcánicas y la puzolana.
Cómo medir el gas radón en interiores
Para saber qué volumen total de partículas a emitidas por el gas radón y por sus descendientes de vida corta, vamos a necesitar manejar con soltura dispositivos técnicos específicos como detectores sólidos de trazas (sistemas pasivos que se basan en el uso de materiales tales como láminas finas de nitrato de celulosa o policarbonato), detectores de carbón sólido (sistemas pasivos, muy simples, basados en la capacidad del carbón activo para retener el radón) o células de centello (cilindros metálicos, con un extremo transparente, recubiertos en su interior por una capa uniforme de sulfuro de cinc activado con plata que da respuesta frente a las partículas a).
En el ejercicio de tal medición, existen 3 métodos que podemos aplicar:
- Métodos instantáneos
- Métodos de lectura continua
- Métodos integrados
Métodos instantáneos
Bajo coste y resultados rápidos. Consiste en analizar muestras de aire recogidas durante cortos períodos de tiempo (entre 1 segundo y 20 minutos).
El hándicap aquí es que, al ser una medida puntual, hay que elegir bien las condiciones para que los resultados sean lo más representativos posibles del contexto concreto.
Métodos de lectura continua
Se mide la concentración de radón a través de un flujo constante de aire a través de un detector adecuado durante largos períodos de tiempo. Proporcionan mucha información la verdad, pero en general, es una metodología cara y limitada en cuanto a tareas de investigación.
Métodos integrados
Metodología que evalúa la concentración de radón durante días, semanas o meses. Es la acción recomendada, sin duda, para tareas de inspección y reconocimiento. Método barato en comparación con el resto, por eso es el más utilizado.
Conclusiones
El radón es la fuente de radiación natural más relevante que tenemos. Afortunadamente es una fuente fácilmente controlable, por lo que se va a poder evaluar si trabajadores lo han estado inhalando, y, por consiguiente, los posibles riesgos derivados. Sabemos por estudios realizados a animales y personas expuestas al gas radón, que es un agente cancerígeno, tardío (la enfermedad se hace visible pasados varios años) pero cancerígeno.
A la pregunta de cómo limitar el nivel de radón en espacios interiores, hay ciertas acciones recomendada, como la despresurización del espacio entre el suelo del edifico y el terreno, el aumento de la tasa de ventilación del edificio para facilitar la eliminación de radón o el recubrimiento de los elementos (suelo y/o paredes) que presenten una emisión de radón elevada y así reducir la acumulación de radón en el interior del edificio.
Aquí os dejamos un mapa donde puedes consultar el potencial del radón en España: