¿Os suena el término ergofobia? Es, básicamente, un miedo intenso y persistente al entorno laboral que en casos no tratados, podría afectar sustancialmente a la calidad de vida de quienes lo padecen. Este miedo al trabajo, este trastorno de ansiedad, se manifiesta en diversas formas, desde la aversión a ir a trabajar hasta dificultad para realizar tareas laborales.
¿Qué causa este singular trastorno? Pues desde experiencias traumáticas en el ámbito laboral a factores psicológicos variados, incluyendo, por supuesto, factores contextuales como presión o estrés por alcanzar los objetivos empresariales.
Sea como fuere, la ergofobia no debe tomarse con ligereza. Dependiendo de la persona que lo sufre (más débil o fuerte emocional y mentalmente), puede consolidarse y comprometer el futuro profesional y social de esa persona. Queremos desde Taprega aportar información y recursos sobre este miedo al trabajo diagnosticado como patología, para entenderlo y saber combatirlo.
En qué consiste la ergofobia
El concepto de ergofobia abarca un conjunto de reacciones emocionales y físicas que se desencadenan ante la simple idea de trabajar. Implica una serie de respuestas que afectan, en mayor o menor de vida (depende de cada perfil), la vida diaria de quienes lo experimentan.
Desde siempre ha habido casos en los que las personas hemos sufrido miedo al trabajo, pero ha sido en las últimas décadas cuando se le ha puesto nombre y el término ergofobia ha comenzado a oírse. Este miedo irracional y constante al trabajo, cuando se manifiesta, provoca una ansiedad desmedida que interfiere en la capacidad de realizar tareas laborales.
Aunque si no se transmite a otras personas no es fácil de vislumbrar a simple vista, decir que las personas que sufren de este problema, en muchos casos, evidencian síntomas que afectan su salud mental y física.
No confundir con la pereza
Hay una gran y notoria diferencia entre el miedo al trabajo y la pereza en el trabajo. Esta última no es más que la falta de motivación temporal o una preferencia por no realizar ciertas tareas; en cambio, la ergofobia es un fenómeno más complejo. El miedo al trabajo se manifiesta en un estado intenso de nerviosismo y ansiedad que puede incapacitar a una persona para llevar a cabo sus responsabilidades laborales. Como veis, este trastorno va más allá de la simple renuencia a trabajar.
Ergofobia como trastorno de ansiedad
En el corto espacio de este artículo hasta ahora, ya hemos asociado la ergofobia al concepto de ansiedad en más de una ocasión. Y es que la ergofobia se categoriza dentro de los trastornos de ansiedad. Y es así porque este tipo de fobia puede surgir de una serie de factores, incluidos antecedentes de ansiedad en general.
Las personas que padecen ergofobia suelen experimentar síntomas como palpitaciones, sudoración excesiva y temores persistentes relacionados con el trabajo, síntomas, como veis, comunes a la ansiedad. Cuando un trabajador padece este tipo de ansiedad provocada por la anticipación de situaciones laborales, sin duda que puede resultar debilitante y, en muchos casos, va a necesitar ser tratada con intervención profesional adecuada.
Origen y causas de la ergofobia
El trastorno psicológico del miedo al trabajo ya hemos dicho que puede ser el resultado de múltiples factores que interactúan entre sí, derivando en un profundo miedo al entorno laboral. Ergofobia.
Para tratar y combatirlo, debemos analizar sus orígenes para comprender mejor las raíces de la problemática, y así, adoptar el enfoque correcto en el tratamiento.
Analizar si ese origen procede de alguna de las siguientes fuentes:
- Experiencia traumática en el trabajo
- Factores psicológicos subyacentes
- Factores contextuales (presión laboral)
Cuando nos referimos a experiencias traumáticas, ese pasado laboral y sus connotaciones negativas influye en todo el ser de la persona, cuerpo y mente. Hablamos de situaciones que nos suenan tristemente, como el acoso laboral (maltrato, intimidación…), críticas y comentarios despectivos o los propios despidos (la pérdida de empleo está asociada a una inseguridad constante)..
Sin duda que estas vivencias generan una predisposición a sentir miedo hacia nuevas oportunidades laborales, lo que alimenta la angustia relacionada con el trabajo.
Factores psicológicos subyacentes
Ansiedad, baja autoestima, pánico al fallo… También patologías psicológicas que a muchos/as nos pueden sonar por repetirse hoy en día en demasiados sectores profesionales.
Claro, las personas con antecedentes de otros trastornos de ansiedad son más propensas a desarrollar ergofobia. La baja autoestima hace que los individuos se sientan incapaces de enfrentar los retos que ofrecen los entornos laborales. La constante preocupación por la evaluación de los demás genera un círculo vicioso que es difícil de romper, incrementando el miedo al trabajo.
Factores contextuales y presión laboral
El entorno laboral, además de las experiencias personales, puede facilitar la aparición de la ergofobia. La ergofobia está muy interconectada con los contextos de alta exigencia laboral y presiones constantes. Todo ello se vuelve determinante en la salud mental de los trabajadores.
Ambientes donde los objetivos son inalcanzables y esa presión por cumplir expectativas poco realistas nos genera profunda angustia. O situaciones con alta carga de responsabilidad, donde la presión inherente a determinados puestos nos lleva a un aumento considerable del estrés.
Estos factores contextualizan aún más el desarrollo de este trastorno, y nos afecta a la capacidad de los individuos para relacionarnos con nuestro trabajo y el entorno laboral.
Síntomas de la ergofobia
Hablamos de síntomas que afectan tanto al cuerpo como a la mente de las personas que padecen miedo al trabajo. Por lo tanto, nos referimos a síntomas físicos, emocionales y cognitivos. Cada tipología, lógicamente, va a tener un impacto significativo en la vida diaria de quien los sufra.
Síntomas físicos
Las manifestaciones físicas del miedo al trabajo suelen ser las más evidentes. Por ejemplo, palpitaciones y malestar físico o sudoración y temblores. Los más comunes sin dudas.
La ergofobia hace que el corazón lata de manera rápida o irregular al anticipar situaciones laborales. Claro, ello nos hace que tengamos una sensación de malestar general evidente. Estamos sufriendo.
Se puede incluso agravar cuando se trata de actividades que demandan un alto nivel de estrés, lo que nos lleva, como consecuencia, a experimentar (en ocasiones) sudoración excesiva.
En cuanto a los temblores, se dan particularmente en las manos y en las extremidades, y pueden ser un síntoma visible de esta angustia interna.
Síntomas emocionales y cognitivos
La dimensión emocional de la ergofobia también se ha de tener muy en cuenta, casi más que la física. Mucho cuidado con este miedo al trabajo, dado que se puede experimentar una serie de reacciones que afectan al bienestar mental de la persona. Ejemplos:
- Ansiedad y ataques de pánico
Los episodios de ansiedad pueden convertirse en ataques de pánico, que se presentan como una reacción desproporcionada ante la idea de afrontar el entorno laboral. Estos episodios pueden ser debilitantes y provocar un ciclo vicioso de evitación.
- Pensamientos recurrentes y negativos
Los pensamientos negativos que giran en torno a las responsabilidades laborales pueden llevar a una percepción distorsionada de la propia capacidad de trabajo. Este tipo de rumiación cognitiva puede socavar la autoestima y aumentar la ansiedad anticipatoria.
Consecuencias de la ergofobia en el ámbito laboral
Es comprensible asociar y entender el miedo al trabajo, la ergofobia con ciertas repercusiones individuales en el entorno laboral y el día a día en el trabajo. De hecho, en muchos, muchos casos, estas repercusiones son enormes, incluso devastadoras.
Y es que claro, esa incapacidad visible de afrontar el entorno laboral termina generando un ciclo de angustia y frustración sin fin, que, además, se suele traducir en problemas en otras áreas de la vida.
Algunas de las consecuencias son:
- Deterior de la productividad
- Relaciones interpersonales dañadas
- Pérdida de oportunidades laborales
- Problemas emocionales
Lógicos, ¿no creéis? Normal que haya un bajón ostensible de la productividad. Esa falta de concentración y el estrés constante van a dificultar la realización de tareas, y van reducir nuestra efectividad puntual y general en el trabajo.
Esa ansiedad social que sufren los trabajadores con ergofobia, les lleva, en muchas ocasiones, a un aislamiento como mecanismo de respuesta. ¿Consecuencias directas? La primera, obvia, una pérdida de comunicación con compañeros y superiores. Soledad. Incomprensión.
Si tenemos miedo al fracaso, miedo al trabajo, será difícil que la persona piense en un desarrollo profesional. La carrera y proyección laboral de uno se puede ver truncada sino se supera esa ergofobia. Y si nos vemos estancados, posiblemente nos invada una sensación de fracaso y de baja autoestima, que, en los peores casos, nos podría lanzar a las garras de la depresión y otras alteraciones de la salud mental.

Baja laboral por ergofobia
Todo lo dicho anteriormente, muy posiblemente, acabe en baja laboral. En estos casos, prolongadas. Situación, que lejos de en algunos casos aliviar al paciente, le puede agravar su estado.
Y eso es así porque el incremento del estrés por no acudir al trabajo, generará más ansiedad, a lo que hay que añadirle la inseguridad financiera por la correspondiente reducción de ingresos por no estar trabajando. Resultado: Más ansiedad si cabe.
También tener en cuenta algo ya comentado anteriormente, y es la sensación de soledad. Al estar tiempo de baja, es decir, fuera del trabajo, seguro que intensificará ese pensamiento de soledad y pocas relaciones personales.
Estrategias para superar el miedo al trabajo
La buena noticia de todo esto es que hay diversas formas de enfrentarnos a la ergofobia (y dejarla atrás 🙂). Vamos a poder gestionar ese miedo al trabajo que tenemos y mejorar la calidad de nuestra vida laboral.
◼️ Terapia Cognitivo-Conductual
La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado ser un método eficaz para abordar este tipo de fobias. Es el patrón más estandarizado y extendido entre psicólogos en España y en el mundo para tratamientos de esta índole.
En este proceso se trabaja en identificar y redefinir aquellos pensamientos irracionales que alimentan la ansiedad relacionada con el trabajo. La TCC enseña a cuestionar estos pensamientos, promoviendo una visión más equilibrada y realista de la situación laboral.
Este enfoque implica enfrentar de forma controlada situaciones que generan miedo. Mediante una exposición gradual, se busca desensibilizar al individuo, reduciendo su respuesta emocional negativa hacia el entorno laboral.
◼️ Técnicas de relajación y autocuidado
Otra opción contra el trauma del miedo al trabajo es incorporar técnicas de relajación. Estas prácticas están diseñadas para fomentar el bienestar mental y físico. Por ejemplo, a través de la práctica regular de ejercicio, dado que no solo mejora la salud física, sino que también contribuye al bienestar emocional, ayudando a reducir los niveles de ansiedad.
También a través de buenas rutinas de descanso y con una dieta equilibrada. Nada como un buen sueño reparador y una alimentación balanceada para mantener hábitos saludables que influyan de manera positiva en la gestión del estrés y la ansiedad.
◼️ Comunicación abierta y apoyo en el entorno laboral
Por último, y más como actividad complementaria más que tratamiento en sí, hay que fomentar un ambiente de diálogo en el trabajo. Hablar abiertamente sobre las dificultades que nos estamos topando, y así forzarnos a la búsqueda de soluciones adecuadas que beneficien tanto al empleado como a la empresa.
Medidas de prevención en las empresas
Y, ¿Cómo pueden las empresas implementar medidas y estrategias de prevención 🤔? Querer es poder, y sabiendo qué vías y acciones acometer, las empresas pueden perfectamente promover activamente un ambiente laboral más saludable y con menor estrés.
Una de esas medidas son los protocolos de actuación ante la ergofobia o miedo al trabajo. Las organizaciones deben tenerlos y que sean muy claros a la hora de identificar a tiempo los signos de ergofobia. Para ello, habrá que formar a los responsables en la detección de síntomas, de otro modo, no se podrá actuar con rapidez y proporcionar apoyo necesario.
Debe haber canales de comunicación efectivos donde los empleados se sientan cómodos al expresar sus preocupaciones.
Y para fomentar el bienestar de los trabajadores, que ya sabemos que está directamente relacionado con su rendimiento y satisfacción en el trabajo, hay que cultivar, día a día, un ambiente donde se priorice la salud mental y emocional. ¿Cómo? Con la reducción de la carga laboral y el estrés, por ejemplo.
Porque si hay una gestión equilibrada de las tareas y la carga asignada a cada empleado, apenas habrá estrés laboral. En este sentido, las empresas deben considerar la implementación de:
- Planificaciones realistas con metas alcanzables.
- Revisiones periódicas de las cargas de trabajo para ajustar lo necesario.
- Fomentar pausas regulares durante la jornada laboral para mejorar la concentración y aliviar la presión.
Promoción del bienestar mental y emocional
Muy importante incorporar iniciativas que apoyen el bienestar mental resulta vital. Serían interesantes, por ejemplo, tener sesiones de mindfulness o meditación en grupo, charlas informativas sobre salud mental y recursos disponibles o actividades recreativas que fomenten la cohesión entre compañeros.
Con estas medidas, se logrará crear un entorno más inclusivo y positivo, que también prevenga el desarrollo de trastornos relacionados con la ansiedad en el contexto laboral.
Conclusiones
Más allá de prevenir en los entornos laborales la irrupción de una patología como la ergofobia entre los empleados/as, si al final alguien la padece, lo que hay que hacer inmediatamente (nuestra recomendación) es buscar ayuda profesional. Con esta intervención de un/a experto/a en Psicología, seguro que iniciamos una recuperación controlada en todo lo relacionado con nuestra capacidad para afrontar los retos laborales.
Hay que estar atentos/as a los posibles indicios que nos indiquen que estamos sufriendo miedo al trabajo. Por ejemplo, sentimientos de ansiedad persistentes que interfieren con el día a día, temor ante ciertas situaciones, bloqueo a la hora de tomar decisiones o síntomas físicos como palpitaciones o temblores que surgen al pensar en el trabajo.
En Taprega, como empresa dedicada a la prevención de los riesgos laborales y vigilancia de la salud para empresas y autónomos, sabemos de la necesidad e importancia de las medidas de prevención para proteger el bienestar de los trabajadores. Si tenéis dudas o consultas, estamos a vuestro servicio.
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